La Semana Santa ya está a la
vista, las bandas de música ensayan para los desfiles procesionales y los
cofrades han comenzado a desempolvar las túnicas. Como anticipo, todas las
cofradías y hermandades de la diócesis de Coria-Cáceres, desde hace veintiséis
años, se reúnen en una asamblea multitudinaria; este año, en Montehermoso, el
pasado sábado, veintiocho de febrero.
Limitar la labor de un cofrade al
momento puntual de la o las procesiones en las que participe sería empobrecer
enormemente el sentido propio del mismo. Cofrade -cum frater, en latín-
significa "hermano-con", o sea, aquel que vive y celebra la fe con otros
hermanos. No se entiende, pues, un cofrade sin la referencia a una comunidad.
La Escuela Cofrade que existe en
la diócesis, y por la que ya han pasado más de setecientos hermanos, entre
otros, tiene el objetivo de concienciar a sus participantes en la necesidad de
ser cofrade todo el año y de vivir su ser cofrade en referencia a la comunidad
parroquial a la que pertenece. De hecho, la gran mayoría de las cofradías,
penitenciales principalmente, surgieron no tanto en torno a una imagen, sino
para paliar ciertas necesidades y carencias que se daban en la comunidad
durante el año: asistencia a los pobres, enfermos, parados, encarcelados, viudas
y huérfanos, etc.
Ese sentido de comunidad y de
labor social y caritativa es el que habría que recuperar. En la Asamblea
celebrada en Montehermoso se ha reflexionado sobre la aportación y
participación de las cofradías y hermandades en el XIV Sínodo Diocesano que se
está celebrando en la diócesis de Coria-Cáceres. El Sínodo puede ser la gran
oportunidad de todos los cofrades para encontrar de nuevo su verdadero lugar en
las comunidades de pertenencia y para que su estar no sólo sea el pocesionar
durante la Semana Santa, por muy de interés turístico que sea.