lunes, 30 de junio de 2014

Convivencia de Seminaristas en Canarias

¡Qué grande es la Iglesia y qué pequeño es el mundo!


Los seminaristas menores de la diócesis de Coria-Cáceres han pasado una semana de convivencia con los seminaristas de la diócesis de Canarias en Las Palmas de Gran Canarias, desde el 22 de junio de 2014, Corpus Christi, al 29.

¡Qué grande es la Iglesia! Porque nos permite sentirnos hermanos allá donde vayamos y, sobre todo, nos acoge con generosidad siempre.

¡Qué pequeño es el mundo! Porque el dolor que sufrimos al enterarnos que José Antonio García Varón, Operario Diocesano, y formador del Menor de Cáceres durante tres años, era enviado a Canarias, se ha transformado en la oportunidad perfecta para vivir un final de curso redondo.

Los seminaristas menores, como siempre se ha hecho, querían tener un viaje de fin de curso que realmente mereciese la pena. Los padres estaban de acuerdo. La oportunidad la puso el ofrecimiento por parte de la diócesis canaria, a través de José Antonio, de compartir la convivencia de verano de sus seminaristas, junto con posibles muchachos vocacionados de Canarias, y los nuestros. Así, ellos podrían también descubrir la realidad que viven los seminaristas internos, ya que allí sólo tienen la modalidad de seminario en familia.

Para viajar, rifar. Y, como lo que mejor sabe es lo que ha costado conseguirlo, dicho y hecho, los seminaristas se pusieron a vender números para una rifa. Primero en Navidad una cesta, después, al final de curso, una tablet. La invitación y acogida por parte de la diócesis de Canarias hizo que no hiciese falta más esfuerzo. Gracias hermanos por acogernos tan bien como lo habéis hecho.

D. Francisco Cases, obispo de Canarias, nos regaló la mejor de las acogidas posibles. En plena Eucaristía de Corpus, en la Catedral, en el saludo inicial y durante la homilía, agradeció la presencia de los seminaristas de Cáceres en convivencia con los 23 seminaristas menores de Canarias, todos revestidos para la celebración de tan solemne día. También agradeció que D. Francisco Cerro, obispo de Coria-Cáceres, compartiera esta iniciativa, a la vez que le enviaba saludos.

La procesión fue preciosa, sobre todo por las bellas alfombras hechas de sales de colores que adornaban las calles. Una de ellas hecha el día anterior por los mismos seminaristas menores.

La convivencia consistió principalmente en buscar espacios donde los muchachos pudieran ser ellos mismos, a la vez que se divertían y aprendían. Por ello, después de una hora de formación con dinámicas cada mañana, sin olvidarnos de la oración, claro está, cada día se realizaba una actividad lúdica distinta: el lunes 23 lo pasamos en el aquapark de “Lago Taurito”, el martes 24, playa por la mañana y taller de grafittis y deporte por la tarde, el miércoles 25, visita al Museo de la Rama (fiesta popular), Huerto de las Flores y Necrópolis de Maipes, en Agaete, por la tarde playa en el mismo lugar y por la noche Eucaristía y cena con el Obispo en el Seminario Mayor. El Jueves 26, terminó la convivencia, playa, deporte y Eucaristía final.

Los padres de los seminaristas canarios fueron los encargados de irse turnando para servir las comidas y ayudar en el comedor. Nos sorprendió mucho este gesto y ellos también se sintieron parte importante de la convivencia y de la gran familia del seminario. Y, como las amistades surgen enseguida, el sábado por la tarde una de las familias nos invitó a cenar en su casa a todo el grupo de Cáceres. Incluso su hijo mayor nos hizo de guía el mismo sábado en nuestro periplo por la costa canaria.

Viernes 27 y sábado 28 fueron dos días sólo para nosotros. Acompañados por D. José Antonio, visitamos Galdar, su Iglesia y su famosa “Cueva Pintada”, excavación arqueológica de un poblado canario pre-hispánico; por la tarde subimos a Teror a visitar la patrona de la Isla, la Virgen del Pino. Tanto en un pueblo, como en el otro, todas las calles estaban adornadas con alfombras de sal y flores, ya que se celebraba el Corazón de Jesús.

El sábado tuvimos una de las experiencias que más gustó a los seminaristas, un paseo en barco por la costa, desde Arguineguín hasta el puerto de Mogán, donde pasamos el día en la playa.

Estos días, por la noche, después de la Eucaristía, paseamos por la ciudad de Las Palmas de Gran Canaria, ya que el Seminario Menor, donde nos acogían, permitía desplazarse fácilmente a pie o en “guagua” (autobús urbano).


GRACIAS a los Operarios Diocesanos, Juan Francisco, José Antonio y Eduardo; gracias al Seminario de Canarias, con su rector, formadores y seminaristas y gracias, sobre todo, a D. Francisco Cases por acogernos tan agradablemente en su diócesis.





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¡Viva el Rey!

Alfombra de Sal. Fiesta del Corpus Christi.
Las Palmas de Gran Canarias.
Para mí, el único Rey, Cristo, que no vino a ser servido, sino a servir. Esa debería ser la vocación de todo rey, de todo político, de todo ciudadano.
Aunque cuando nací Franco no había muerto, desde que tengo conciencia no he conocido otra cosa que la democracia en la forma de monarquía parlamentaria. He vivido tres años en la república italiana y sólo sé que la gente se quejaba constantemente de los muchos y elevados impuestos y de lo que ganaban los políticos.
A fin de cuentas, creo que ningún sistema es perfecto, porque ninguno parte de un verdadero sentido de servicio, ya sea por hereditario o por dinerario, o sea, por “cuánto voy a cobrar”. Y es que servir sin esperar nada a cambio…
Sobre el primer discurso del rey Felipe VI, primer rey constitucional, reconozco que hay muchas cosas que me gustaron y otras no tanto. Me gustó su llamada insistente a la unidad, respetando la diversidad. También me gustó su deseo de responder desde la “ejemplaridad” a la “demanda de los ciudadanos” para que la vida pública se rija desde los “principios morales y éticos”.
Fue muy bueno el recuerdo a las víctimas del terrorismo y la llamada a sus “Señorías” a “revertir esta situación” de crisis y “ofrecer protección a las personas y a las familias más vulnerables”. “Queremos que los ciudadanos y sus preocupaciones sean el eje de la acción política”.
Sólo poniendo al centro la persona se podrá revertir la situación. Por ello creo que erró en dejar esa tarea en manos de “las nuevas tecnologías, la ciencia y la investigación”. El progreso por el progreso no es solución. Máxime si los “valores humanísticos y éticos”, los supeditamos a la cuestión “medio ambiental” o la dignidad de una persona se mide por “lo que hace” y no por su propio ser, por mucho que lo dijese Cervantes por boca de don Quijote.

Y qué pena que las raíces religiosas del país se obviasen completamente durante la proclamación y eso que era la fiesta del Corpus Christi, para los bautizados el único y verdadero Rey.


martes, 10 de junio de 2014

Dudar, buscar, dialogar

Feria de Asociaciones - VI Congreso Teológico Pastoral de la diócesis de Coria-Cáceres. D. Raul Berzosa, obispo de Ciudad Rodrigo y Jesús Moeno, Vicario de Pastoral de Coria-Cáceres

El VI CongresoTeológico Pastoral de la Diócesis de Coria-Cáceres, celebrado los días 5, 6 y 7 de junio, en el Complejo Cultural San Francisco de Cáceres, ha girado en torno a dos puntos: la nueva evangelización enfocada en el diálogo con los alejados y el XIV Sínodo Diocesano que acaba de comenzar.

Dentro del diálogo con los alejados, me llamaron la atención algunos aspectos de la explicación que D. Melchor Sánchez de Toca, subsecretario del Consejo Pontificio para la Cultura, realizaba sobre “el Atrio de los Gentiles”.

El atrio de los gentiles que conoció Jesús de Nazaret era un espacio amplio y porticado en torno al templo de Jerusalén hasta donde podían entrar los gentiles, es decir los paganos, los de otras religiones, los de otros pueblos. Ese lugar Jesús lo “purifica”, expulsando a los cambistas y recuperándolo como “casa de oración”.

Cuando Benedicto XVI propuso el Atrio de los Gentiles pensaba, más que en un espacio neutro para hablar con los gentiles, en un espacio sagrado, la Iglesia, para acoger aquí a los que no creen, pero que buscan a Dios. Sin que nadie se sienta “objetivo de ninguna acción pastoral”, sino, desde el respeto a la libertad y la voluntad, ayudando a “descubrir al dios que a veces se busca sin saberlo”, sobre todo en aquellos que no se cierran a la trascendencia, que aún se cuestionan sobre las últimas cosas.

También el Papa Francisco, con su “salir” hacia los demás, está convencido de que es posible un diálogo, porque el ser humano, por muy agnóstico que sea, no puede conformarse con no tener una respuesta. “Una sociedad que se preocupa sólo de las cosas penúltimas y no de las últimas se vuelve totalmente aburrida”, afirmaba D. Melchor.

Además, dialogar es posible, porque siempre habrá dudas. Y si hay dudas -“¿y si después no hay nada?”-, siempre habrá un punto de diálogo en común: la duda -“¿y si resulta que, después de todo, hay algo?”-.