En 1313 fue canonizado Pedro
Morrone, el único Papa anterior a Benedicto XVI que renunció voluntariamente a
su pontificado. El lunes pasado, 19 de mayo, Villamiel, un pueblo del norte de
Cáceres, celebró a su patrón: San Pedro Celestino. Hay muchos pueblos con
santos patronos no muy comunes y conocidos. Permitidme hoy que, como
villamelano, escriba unas breves pinceladas de este curioso patronazgo.
En primer lugar,
el santo: Pedro Morrone, eremita con fama de santidad es coronado Papa en 1294
con el nombre de Celestino V, pero su gran humildad hizo que al poco tiempo
renunciase al pontificado. Su cuerpo se conserva incorrupto en la basílica de
Collemaggio en los abruzos italianos. Esta región sufrió el 6 de abril de 2009
un devastador terremoto y parte de la basílica cayó sobre la urna de cristal
que conserva su cuerpo incorrupto. Sorprendentemente, como hubiese sucedido
cien años antes, la urna no sufrió daño alguno.
A los pocos
días, el 28 de mayo, Benedicto XVI visitó la región y donó a Pedro Celestino su
palio. Quizá fuese un preludio, pero pocos años después Joseph Ratzinger siguió
sus pasos en la renuncia.
Segundo, ¿cómo
es que se convierte en patrón de Villamiel? Hace poco más de quinientos años,
una fuerte epidemia asolaba el pueblo y no parecía remitir. Reunidos todos en
la iglesia, así consta en las actas, ante notario y ante el deán de la Catedral
de Ciudad Rodrigo, entonces pertenecía a esa diócesis, metidos los nombres del
santoral en una urna, eligen al azar uno de ellos, al que todo el pueblo se
encomendaría y harían una cofradía.
Desde aquel
momento el pueblo canta: “San Pedro peregrinando hasta Villamiel llegó y con la
ayuda del cielo bendiciones derramó. Siempre con amor cante nuestra voz, con
amor y anhelo a nuestro patrón. ¡Viva San Pedro!, y líbranos de todo mal como
en tiempos sucedió”.
Fiesta de San Pedro Celestino - Villamiel - 2014
Celestino V - Año Celestiniano - Visita Benedicto XVI