miércoles, 9 de julio de 2014

Me gusta conducir


¿Te gusta conducir? A mí me encanta. Disfruto tanto que no me importa hacer kilómetros y kilómetros. Si voy solo, suelo ir escuchando el ruido del vehículo. Si viajo acompañado, prefiero ir conversando. Y, sobre todo, disfruto en las carreteras con muchas curvas.

Ayer, domingo, 6 de julio, cercana la fiesta de San Cristobal, se celebró la “Jornada de responsabilidad en el tráfico”. La DGT, llegadas estas fechas, últimamente nos obsequia con espeluznantes anuncios de las terribles consecuencias de los accidentes de tráfico. También, como cada año, los obispos nos dirigen un mensaje, aunque en un tono menos dramático. Lo tenéis en la web de la Conferencia.

En esta ocasión, recordando el episodio evangélico de los discípulos de Emaús, nos recuerdan la importancia de hacer camino juntos, de encontrarnos y compartirlo. “Debemos respetar a los demás conductores y tratar a los demás como yo quiero que me respeten y traten”. Ninguno está libre de pecado y el que no haya cometido en alguna ocasión una imprudencia, “que tire la primera piedra”.

Seguro que este verano no nos libramos de asistir a alguna boda. Además de que bebemos moderarnos con el alcohol, en la Iglesia -casi todos los novios la eligen- es probable que escuchemos una lectura de San Pablo que bien nos sirve para que aprendamos a comportarnos en carretera: «El amor es paciente, es benigno; el amor no tiene envidia, no presume, no se engríe; no es indecoroso ni egoísta; no se irrita; no lleva cuenta del mal. Todo lo excusa, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta».


Un compañero sacerdote perdía hace ocho días a su hermano en la carretera. “Cada muerto en nuestras carreteras no es una cifra, es una persona con nombre y apellidos, padres, esposos, hijos, y deja en su entorno mucho dolor y un gran vacío”; que no sea nuestra imprudencia la causante de ese dolor.

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