He estado mirando los programas
electorales de los diversos partidos para las próximas elecciones municipales y
autonómicas en Extremadura. No voy a entrar a comentar en detalle ninguno de
ellos. Como muchos en todo el país, ante los casos de corrupción, las promesas
incumplidas, la decepción por el cambio de orientación en nuestros gobernantes,
que lo que antes era sí ahora es no, y tantas otras cosas, creo que nos
sentimos con deseos de algo nuevo, distinto, que no por ello ofrecido
forzosamente por algún partido de reciente creación.
Aunque unos más extensos que
otros, hay programas que definen claramente las líneas de pensamiento e
intenciones del partido, cosa de agradecer, porque cuando se ponen las cartas
sobre la mesa es más fácil decidir. Otros programas, sin embargo, proponen
puntos con una redacción tan ambigua que a la postre pueden justificar
cualquier acción que deseen después llevar a cabo. Decir, por ejemplo, que se
va a ayudar a la mujer embarazada y no especificar a qué, podría significar
tanto darle los medios para portar adelante su embarazo y lo necesario para el
mantenimiento de su recién nacido, como ofrecerle abortar. Lo mismo se puede
decir de educación o de las propuestas económicas, donde, por muchas promesas
que se hagan, al final quien nos va a mandar es la dichosa economía de mercado,
o sea, el dinero y quienes lo tienen.
¡Qué difícil tomar una decisión
responsable! Y, cuando digo responsable, me refiero a meditada, libre y acorde
con la conciencia. Y aquí no vale escurrir el bulto, es decir, escaquearse de
votar. No puedes dejar algo tan importante en manos del otro. En primer lugar
porque pierdes después el derecho a quejarte, porque lo que tenías que haber
hecho era haber ayudado en la elección adecuada y, en segundo lugar, porque si
tienes el derecho, también tienes el deber.
¡Se responsable!
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