En el Periódico Extremadura me pidieron colaborar en la tribuna "La Mirada". Cada quince días, según vayan publicándose los artículos de opinión, iré subiéndolos también al blog.
El miércoles iba sentado en el
urbano, atrás del todo, donde me gusta ir, por hacer un poco de observación
sociológica, no porque sea un experto en la materia, sino más bien por aprender
del comportamiento humano, siempre muy rico en matices, cuando entró una madre
con su hija.
La hija no tendría más de veinte
años. Se sentaron a mi lado y, sin poder evitarlo, la primera frase que escuché
me dejó impactado. La madre, en realidad abuela, le dijo a la muchacha,
refiriéndose al hijo de la joven, que debe ser de muy corta edad: “Enséñale a
compartir y a saber perder”.
Escuchar este testimonio, en la
sociedad individualista en la que vivimos y en los tiempos de crisis que
corren, me llenó de inmensa alegría y emoción. Dos valores tan bellos, que
construyen sociedad y ayudan a vivir en paz, enseñados desde la más tierna
edad... ¡así se construye el futuro! ¡Olé, por estas madres!
En tiempo de crisis, es el
compartir generoso lo que está haciendo que muchas familias puedan sobrevivir.
Compartir ayuda no sólo a quien recibe, sino que llena de bondad el corazón de
quien da y hace ver la vida con ojos menos egoístas; da a las cosas materiales
su justo valor y nos hace más humanos.
Saber perder implica valorar que
todo el esfuerzo que se ha realizado ha merecido la pena. Saber perder no es
rendirse, sino aceptar que podemos ser mejores. Saber perder es alegrarse con
las alegrías de los demás y afrontar nuestra vida con la fuerza de los
valientes. Quien sabe perder nunca será vencido por el desánimo, sabrá
reponerse y afrontará su vida con ilusión.
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