lunes, 13 de octubre de 2014

Estudiar idiomas

Una selfie en la Plaza de Dam de Amsterdam en plenas ferias. 12-10-2014

Cuando aterricé en Bélgica, y apenas me hice entender para alquilar un coche, me volví a arrepentir por enésima vez de no haber aprovechado bien las oportunidades que los estudios me han ido ofreciendo para aprender idiomas.

Durante el trayecto hacia el pequeño pueblo costero holandés donde nos alojaríamos, comentaba mi sobrina lo difícil que lo debieron tener aquellos emigrantes españoles de los años sesenta, sin tener idea de inglés o francés, sin navegador que los guiase, sin dinero.

Una de las primeras cosas que le dijeron a su marido, cuando llegó para trabajar como soldador, era que, si quería continuar y hacerse un hueco en la empresa, lo primero era aprender y manejarse bien con el inglés.

Es impresionante que, entres donde entres, todos te atienden en inglés sin problema alguno. Nos reíamos imaginándonos a estas gentes llegar a cualquiera de los pueblos de nuestra provincia e intentar hacerse entender, a no ser que ya lleven aprendido algo de español, que para eso también nos llevan la delantera.

Podría ser como aquel que después de pedir a unos paisanos nuestros en inglés, francés y alemán por dónde se iba a “lisbon”, terminaron simplemente encogiéndose de hombros. Ido el visitante, dijo el padre, “¿Ves que bueno es saber idiomas?”. “Pues, para lo que le ha servido”, respondió el muchacho, sin haber aprendido la lección.

No sé si será el modelo de educación, tantas veces cambiado por cada uno de los gobiernos que han pasado, o que nos creemos el ombligo del mundo, pero lo cierto es que nos falta mucho para ponernos al nivel.

La crisis nos está obligando a emigrar de nuevo. Ahora se piden trabajadores especializados y capaces de comunicarse correctamente. No sería malo no sólo exigir más formación en idiomas, sino preocuparnos porque los hijos aprovechen bien su estudio desde pequeños.

Por cierto... ¡Feliz día de la Hispanidad!


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