domingo, 22 de noviembre de 2009

1Cor 15,25


“Cristo tiene que reinar”
(Corazón de Jesús de Cáceres, España)

Esta semana he ido al cine a ver la última película ahora en cartelera que plantea el fin del mundo. Según este film nos quedan los días contados, exactamente, a partir de hoy, tres años y un mes. 21 de diciembre de 2012 es la fecha límite.

Qué mejor fecha hoy, fiesta de Jesucristo Rey del Universo, último domingo del año litúrgico, para hablar un poco del fin del mundo. En definitiva el año litúrgico, con su devenir cíclico, nos recuerda que nuestra vida tiene un inicio y un fin, pero no un fin cualquiera, sino un fin triunfal: “Al que salga vencedor lo sentaré en mi trono, junto a mí” (Ap 3,21).


Creo que si una película se atreve a plantear e imaginar el fin del mundo, no se puede desperdiciar la oportunidad para hablar del tema, porque ¿quién no ha fantaseado alguna vez sobre cómo será ese final? Cierto que para muchos, sólo pensarlo, les debe poner nerviosos; supone pensar en la muerte. Pero, según Covey en sus “Siete reglas para tener éxito”, puede ser incluso muy productivo. Los beneficios de hacerlo ya estaban muy bien expresados en una frase esculpida varios siglos antes en la pared externa de la capilla de ánimas de mi pueblo natal, Villamiel, provincia de Cáceres, España, como un consejo para aprovechar cada momento de la vida: “Haz aquello que quisieras haber hecho cuando mueras” o aquella otra de "no hay cosa que más despierte que dormir sobre la muerte".

No quisiera desvelar muchos detalles de la película, por si alguno desease verla, pero debo decir que, acorde con las declaraciones de su director, Roland Emmerich, las religiones organizadas no quedan muy bien paradas, sobre todo la católica, ya que no sería la religión la que te salva, de hecho todo aquel que manifiesta una cierta fe durante la proyección, muere. Sin embargo, no puedo dejar de destacar ciertos valores que sí te salvan y que quedan muy bien expresados en esta producción: las catástrofes unen a las familias y la familia te salva; te salva también el amor, que es el mismo que te redime a través de los actos desinteresados hacia los demás, donde queda manifestada tu humanidad y, por último, la humanidad se salva gracias a la ciencia, siempre y cuando sirva para poner en común lo mejor de cada nación.

Curiosamente, aunque el director quiera dejar la religión a un lado, no puedo, si la veis os daréis cuenta, dejar de encontrar una gran similitud entre el planteamiento de la película y el relato del génesis sobre el diluvio universal.

Y sucedió que en el año seiscientos uno de Noé, en el mes primero, el día primero del mes, las aguas se secaron sobre la tierra; y quitó Noé la cubierta del arca, y miró, y he aquí que la faz de la tierra estaba seca. Todos los animales, y todo reptil y toda ave, todo lo que se mueve sobre la tierra según sus especies, salieron del arca” (Gn 8,13.19).

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