lunes, 9 de noviembre de 2009

¡FELIZ AÑO NUEVO!



Hoy estamos de celebración. Celebramos el nacimiento de la Nueva Europa. Hoy es el día primero del año 21 de la caída del muro de Berlín. El muro, que fue signo de odio y guerra, que dividía Europa en dos, se convertía hace 20 años en signo de reencuentro, unidad, perdón y esperanza.

También se puede datar el año en el que estamos, al estilo de la antigua Roma, como el primero del reinado del nuevo emperador mundial Obama o, si atendemos a particularismos nacionales, el quinto de la era Zapatero en España. Sin embargo el único que ha logrado partir la historia en dos es aquel que, dato reconocido mundialmente, fija el punto de inicio de la fecha que automáticamente colocará el software que controla este blog cuando termine de escribir este post, Jesucristo.

Como ya todo el mundo sabe, el 3 de noviembre, la Corte Europea de los Derechos Humanos de Estrasburgo (Francia) sentenció que los crucifijos en las aulas de los colegios públicos son “una violación de los derechos de los padres a educar a sus hijos según sus convicciones y de la libertad de religión de los alumnos”. El recurso se pronuncia a favor de Soile Lautsi, ciudadana italiana de origen finlandés, que en 2002 había pedido que quitasen los crucifijos de las clases del instituto donde estudiaban sus hijos. Curiosamente todos los partidos políticos italianos, incluidos los de la izquierda radical, se han pronunciado, aunque por motivos distintos, en desacuerdo con la sentencia que, en esto sí están todos de acuerdo, va en contra de la identidad italiana y de sus tradiciones.

La sentencia afirma también que los estados están obligados a “observar la neutralidad confesional en el contexto de la educación pública”. Pero, ¿qué quiere decir neutralidad? Normalmente quien es neutral, o se declara tal, deja hacer al otro, no interviene, en cambio aquí se pide que actúe confesionalmente, o sea, en nombre de un laicismo beligerante anticristiano que, camuflado bajo la apariencia de derecho humano, intenta imponer a la fuerza un relativismo cultural vacío de sentido existencial.

A todo esto también me pregunto: ¿memoria histórica o reescritura de la historia? Jesús de Nazaret (dejemos de lado que es presentado por millones de personas como Dios) fue un hombre revolucionario, cambió la historia sin usar la espada, defendió la dignidad del hombre y la mujer, que son creados iguales, estuvo al lado de los pobres y marginados por cuestiones religiosas y políticas, de los huérfanos, viudas, cobradores de impuestos. Ejemplo de entrega, perdón y amor al prójimo, defendió la vida y denunció el robo a todos los niveles, comenzando por el de la corrupción (tan noticiable últimamente en la prensa española) de los poderosos, o sea, sentó claramente, porque así se verá después en la historia, las bases de la declaración de los derechos humanos. Curiosamente la Corte Europea de Estrasburgo acaba de reescribir la historia: la imagen de Jesús de Nazaret es ahora “un atentado contra los derechos humanos”.

Pensé terminar el post con esta frase: ¡Feliz año nuevo Nueva Europa! Roma, a 01 del 01 del año 21 dlNE, como si de una nueva era se tratase y la cristiana hubiese sida ya borrada, suprimida, olvidada, pero, no, yo como Pablo de Tarso seguiré profesando a “Cristo crucificado, escándalo para los judíos, necedad para los gentiles, mas para los que creemos en él salvación, fuerza y sabiduría de Dios” (cfr. 1Cor 1,23-24).


Corriere de la Sera - 03/11/09

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