Alabo el elogio que un ateo confeso hace, aunque no comparta las
motivaciones del misionero, a la entrega generosa y desinteresada del padre Miguel Pajares,
hasta dar la vida por los más pobres. Está claro que el testimonio de vida es
el mejor argumento que en todo momento podemos esgrimir para el diálogo con la
increencia.
"Yo soy ateo. No agnóstico. Ateo. O sea, que estoy convencido de
que los curas se pasan la vida creyendo en una mentira. Creo, además, que toda
mentira es dañina. Y de sobremesa en sobremesa exhibo con arrogancia mi
materialismo. Pero la coquetería me dura hasta el preciso instante en que me
entero de que un misionero se ha dejado la vida en Liberia por limpiarle las
pústulas a unos negros moribundos. Entonces me faltan huevos para seguir
impartiendo lecciones morales. Principalmente por lo aplastante del argumento
geográfico. Él estaba allí con su mentira y yo aquí con mi racionalismo" (Rafael Latorre, Subdirector de ZoomNews).
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