lunes, 11 de agosto de 2014

La cultura del consumismo

Las Palmas de Gran Canarias

Paseando por una ciudad española me he topado con un cartel publicitario cuyo eslogan reza: “Vive. Participa. Comercio es vida, es cultura y entrenamiento. Juntos crecemos”. En cuanto lo vi, inmediatamente pensé en este espacio, no podía dejarlo pasar, no es posible tal descaro consumista.

Es cierto que la cultura, entre sus muchos significados, implica el modo de vida y costumbres de una sociedad, y nuestra sociedad ha hecho del consumo una costumbre y su modo de vida. La adquisición de conocimientos, el saber, ese que dicen que no ocupa lugar y que nos ayuda a desarrollar un juicio crítico, ha sido sustituido, se ve sobre todo en los adolescentes, por un conocer cuál es la última moda, la última tendencia, ropa, móvil, zapatilla, etc., para comprarlo inmediatamente.

Estamos desaprovechando la oportunidad que nos ofrece la crisis de abandonar el modelo consumista y sustituirlo por uno basado en la persona, en las relaciones humanas profundas, solidarias, en valorar lo que somos y no tanto lo que tenemos, en compartir en vez de derrochar.

En una cultura del consumo, los que no tienen quedan excluidos, y no sólo de la cultura, sino de la vida. Nos sorprende ver cientos de personas intentando saltar las vallas de Ceuta y Melilla o hacinados en una barcaza con la esperanza de llegar a las costas italianas. Están muy claras las razones por las cuales todas estas personas se juegan la vida. Pero el cerco cada vez se estrecha más, porque son menos los que más tienen, o mejor, los que lo tienen todo. No nos puede ya extrañar que el vecino se vea obligado a saltar la valla de nuestra puerta para poder alimentar a su familia.


Si eres de los que tienen, recuerda que no estás obligado, por muchas necesidades que creas que tienes, a seguir la cultura del consumo. “Crecer juntos” sólo es posible desde la generosidad y la solidaridad.



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