¡Qué grande es la Iglesia y qué pequeño es el mundo!
Los seminaristas menores de la
diócesis de Coria-Cáceres han pasado una semana de convivencia con los
seminaristas de la diócesis de Canarias en Las Palmas de Gran Canarias, desde
el 22 de junio de 2014, Corpus Christi, al 29.
¡Qué grande es la Iglesia! Porque nos permite sentirnos hermanos
allá donde vayamos y, sobre todo, nos acoge con generosidad siempre.
¡Qué pequeño es el mundo! Porque el dolor que sufrimos al
enterarnos que José Antonio García Varón, Operario Diocesano, y formador del
Menor de Cáceres durante tres años, era enviado a Canarias, se ha transformado
en la oportunidad perfecta para vivir un final de curso redondo.
Los seminaristas menores, como
siempre se ha hecho, querían tener un viaje de fin de curso que realmente
mereciese la pena. Los padres estaban de acuerdo. La oportunidad la puso el
ofrecimiento por parte de la diócesis canaria, a través de José Antonio, de
compartir la convivencia de verano de sus seminaristas, junto con posibles muchachos
vocacionados de Canarias, y los nuestros. Así, ellos podrían también descubrir
la realidad que viven los seminaristas internos, ya que allí sólo tienen la
modalidad de seminario en familia.
Para viajar, rifar. Y, como lo que mejor sabe es lo que ha costado
conseguirlo, dicho y hecho, los seminaristas se pusieron a vender números para
una rifa. Primero en Navidad una cesta, después, al final de curso, una tablet.
La invitación y acogida por parte de la diócesis de Canarias hizo que no
hiciese falta más esfuerzo. Gracias hermanos por acogernos tan bien como lo
habéis hecho.
D. Francisco Cases, obispo de Canarias, nos regaló la mejor de las
acogidas posibles. En plena Eucaristía de Corpus, en la Catedral, en el saludo
inicial y durante la homilía, agradeció la presencia de los seminaristas de
Cáceres en convivencia con los 23 seminaristas menores de Canarias, todos
revestidos para la celebración de tan solemne día. También agradeció que D.
Francisco Cerro, obispo de Coria-Cáceres, compartiera esta iniciativa, a la vez
que le enviaba saludos.
La procesión fue preciosa, sobre
todo por las bellas alfombras hechas de sales de colores que adornaban las
calles. Una de ellas hecha el día anterior por los mismos seminaristas menores.
La convivencia consistió principalmente en buscar espacios donde
los muchachos pudieran ser ellos mismos, a la vez que se divertían y aprendían.
Por ello, después de una hora de formación con dinámicas cada mañana, sin
olvidarnos de la oración, claro está, cada día se realizaba una actividad
lúdica distinta: el lunes 23 lo pasamos en el aquapark de “Lago Taurito”, el
martes 24, playa por la mañana y taller de grafittis y deporte por la tarde, el miércoles 25, visita
al Museo de la Rama (fiesta popular), Huerto de las Flores y Necrópolis de Maipes,
en Agaete, por la tarde playa en el mismo lugar y por la noche Eucaristía y
cena con el Obispo en el Seminario Mayor. El Jueves 26, terminó la convivencia,
playa, deporte y Eucaristía final.
Los padres de los seminaristas canarios fueron los encargados de
irse turnando para servir las comidas y ayudar en el comedor. Nos sorprendió
mucho este gesto y ellos también se sintieron parte importante de la
convivencia y de la gran familia del seminario. Y, como las amistades surgen
enseguida, el sábado por la tarde una de las familias nos invitó a cenar en su
casa a todo el grupo de Cáceres. Incluso su hijo mayor nos hizo de guía el
mismo sábado en nuestro periplo por la costa canaria.
Viernes 27 y sábado 28 fueron dos días sólo para nosotros.
Acompañados por D. José Antonio, visitamos Galdar, su Iglesia y su famosa “Cueva
Pintada”, excavación arqueológica de un poblado canario pre-hispánico; por la
tarde subimos a Teror a visitar la patrona de la Isla, la Virgen del Pino.
Tanto en un pueblo, como en el otro, todas las calles estaban adornadas con
alfombras de sal y flores, ya que se celebraba el Corazón de Jesús.
El sábado tuvimos una de las
experiencias que más gustó a los seminaristas, un paseo en barco por la costa,
desde Arguineguín hasta el puerto de Mogán, donde pasamos el día en la playa.
Estos días, por la noche, después
de la Eucaristía, paseamos por la ciudad de Las Palmas de Gran Canaria, ya que
el Seminario Menor, donde nos acogían, permitía desplazarse fácilmente a pie o
en “guagua” (autobús urbano).
GRACIAS a los Operarios Diocesanos, Juan Francisco, José Antonio y
Eduardo; gracias al Seminario de Canarias, con su rector, formadores y
seminaristas y gracias, sobre todo, a D.
Francisco Cases por acogernos tan agradablemente en su diócesis.
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